Películas que buscan shockear al espectador las hay muchas y de diversos tipos; de entre ellas, siempre destaco a aquellas que se quedan conmigo por más que sólo mostrarme escenas grotescas. Un buen guión hará que las imágenes desagradables impacten mucho más en mí y las recuerde constantemente (aun cuando no lo quiera). Entre este grupo de cintas que se han quedado en mi memoria, hay tres en las que se emplea la perspectiva en primera persona al mostrarnos las secuencias gráficas y en cada una de ellas esto tiene una utilidad distinta. Estos filmes son Saló, o los 120 días de Sodoma, Holocausto Caníbal y A Serbian Film.
Quiero que entendamos la "perspectiva en primera persona" en un sentido más amplio del POV al que nos pueden haber acostumbrado los videojuegos o la pornografía. Para efectos de este pequeño análisis, la perspectiva en primera persona hará referencia a aquella que nos muestra en pantalla lo mismo que un personaje de la película está mirando al mismo tiempo. Considero necesario aclarar esto porque en Saló sí que se muestra todo tal como el personaje lo vería (haciendo que la cámara sea un reflejo de sus ojos), mientras que en Holocausto Caníbal y A Serbian Film simplemente vemos el mismo contenido que los personajes ven, como si fuéramos un acompañante suyo y no literalmente ellos. Esto se explicará a profundidad más adelante.
Ah, por si hacía falta decirlo, este post tiene SPOILERS de las tres películas; sólo así puedo desmenuzarlas a gusto.
Comenzaré por analizar Saló, por ser la más antigua (1975) y también la que menos me perturbó de las tres mencionadas. En la película de Pasolini, la escena que emplea la perspectiva en primera persona aparece justo al final. Durante todo el resto del metraje, la cámara se ha movido por donde ha querido, mostrándonos una serie de situaciones bastante desagradables (a saber: violaciones, urolagnia, coprofagia y violencia física que va de los golpes a darle comida con clavos adentro a una persona). El clímax de la cinta ha de ser, cómo no, el ápice de la perversión y la violencia. Y aunque, en efecto, nos muestra los actos más despiadados y sangrientos de toda la película, la sensación que causa en el espectador es mucho menos impactante que escenas anteriores. La razón de esto se debe a la perspectiva en primera persona.
Para aquellos que, como yo, al ver esta cinta no entendieron con claridad qué estaban viendo (y para los que se niegan a verla), permítanme explicar que esta historia es una crítica fortísima a los abusos cometidos por las autoridades en la Italia nazi del siglo XX —por ello la historia original del Marqués de Sade se adapta a dicha época y espacio—. Los cuatro personajes que orquestan las torturas y atrocidades son representaciones del poder, según podemos observar en los nombres con los que se hacen llamar (presidente, duque, obispo y magistrado). La película en su totalidad es una metáfora de cómo el gobierno, la gente pudiente, la iglesia y los encargados de las leyes pueden cometer actos infames y salir impunes de ellos.
Dicho lo anterior, volvamos a la escena final: algunos de los jovenes torturados se encuentran en un patio en el que van a ser sometidos a otras barbaries: tres de los personajes poderosos se encontrarán en el patio propinando el sufrimiento, mientras que el cuarto estará observando todo desde una ventana utilizando unos binoculares. El personaje poderoso que mira irá variando, pero durante toda esta parte, la cámara se colocará en los ojos de éste, mostrándonos lo que él ve a través de los prismáticos y la ventana. Lo que vemos va desde cómo le cortan la lengua a una persona, cómo le arrancan el cuero cabelludo a otra, el ahorcamiento de otro más y la lista continúa. Son las peores torturas, sí, pero el director de la cinta impide que sean las de mayor impacto al colocarnos en el papel de un personaje que simplemente atestigua los horrores a lo lejos. No sólo nos aleja de los actos, sino que nos coloca en una habitación en la que suena música, por lo que no oímos gritos ni llantos durante estas escenas.
Pasolini termina su crítica reforzando el mensaje que nos había dado durante todo el metraje: las autoridades, cuando no imparten el sufriniento, lo observan como diversión, como un espectáculo que no les importa en lo más mínimo. Y esto aplica para todas ellas, razón por la cual los cuatro poderosos ocupan en algún u otro momento el papel de testigo. Y por si no te había quedado claro, ahora eres tú quien observará el dolor ajeno desde su perspectiva, siendo mucho menos impactante lo que verás ahora que lo que viste antes, incluso cuando los actos son más agónicos.
Otra crítica social proveniente de un director italiano es la que encontramos en Holocausto Caníbal, la siguiente película que analizaremos por ser un poco más reciente (y "perturbadora") que Saló, habiéndose estrenado en 1980. En este caso, la crítica se dirige hacia la prensa y los prejuicios de superioridad que tienen unas culturas hacia otras. La manera en la que esta historia se nos narra es brillante, ocultando un plot twist que cambia por completo el curso de la historia y que se debe a que la película sabe qué mostrarnos y cuándo hacerlo.
La cinta comienza siguiendo al doctor Monroe, un antropólogo que, junto con un par de guías, se adentra en el Amazonas con el fin de descubrir qué le sucedió a un grupo de documentalistas que fueron a ese sitio a grabar un reportaje y desaparecieron. Tras meterse en la selva y convivir con algunas de las tribus nativas, descubre que los documentalistas posiblemente estén muertos y consigue rescatar las filmaciones que éstos hicieron durante su viaje. Al volver a Estados Unidos, un programa de televisión busca emitir estas grabaciones como un documental, a lo que el doctor Monroe accede en un primer instante, hasta que, tras mirar parte de las imágemes rescatadas, se niega debido al carácter inhumano de las mismas. Dado que los encargados de la televisora no creen que el documental sea tan perturbador como lo dice, el antropólogo les hace una función privada que termina con la destrucción de lo grabado. Fin de la película.
Si bien pareciera que Holocausto Caníbal tiene una temporalidad simple, yendo siempre hacia adelante, lo cierto es que todas las grabaciones de los documentalistas son, a su manera, un gran flashback que veremos hasta la segunda mitad de la película, después de la expedición que el doctor Monroe hace. Esto es de suma importancia debido a que así podemos contrastar la forma de actuar del antropólogo (respetuoso hacia las otras culturas y tratando de adaptarse a ellas) con la manera en la que lo hicieron los documentalistas (como unos hijos de la grandísima puta). Por otra parte, durante la primera mitad deseamos que los jóvenes perdidos estén con vida y puedan ser encontrados porque los vemos como unos chicos normales. Una vez que vemos las grabaciones y comprobamos que eran unos sádicos, asesinos, violadores e irrespetuosos, cambia toda la imagen que habíamos tenido de ellos. Si primero se nos mostraran los actos de los documentalistas y luego la expedición de rescate, no habríamos experimentado nunca el deseo de que los salvaran.
Sin embargo, la manera en la que vemos las grabaciones es también un acierto de perspectiva en esta cinta: siempre que nosotros las vemos, uno de los personajes de la película se encuentra viéndolas por primera vez. En un inicio es el doctor Monroe el que observa las grabaciones a la par que nosotros y se sorprende y horroriza al mismo tiempo que el espectador lo hace. Después, el doctor Monroe termina de ver las grabaciones y es entonces cuando intenta que el documental sea destruido; ante la negativa de la televisora, el antropólogo les muestra el final de lo grabado (justo lo que nosotros, los espectadores, no hemos visto), por lo que de nueva cuenta el espectador tiene una perspectiva de "primera persona", pero un poco distinta a la vista en Saló; en este caso la cámara no es un reflejo de los ojos de un personaje, sino que el espectador está en la misma situación que los personajes, observando por primera vez el documental.
Lo que Ruggero Deodato, el director de esta cinta, consigue al ponernos en equivalencia de condiciones es que empaticemos completamente con la sorpresa y el desagrado de los personajes, comprendiendo así el por qué al final deciden quemar el documental. Y es que, recordemos, esta película sigue siendo una crítica a la prensa (tanto a su afán de querer atraer público por medio del amarillismo como a la búsqueda de fama anteponiendo ésta al bienestar humano y, finalmente, a la hipocresía de sus realizadores, personificada por los cuatro documentalistas y en especial por el líder, Alan), pero también por los prejuicios que tienen las culturas, llevando a que unas se sientan superiores a otras (o las tinden de salvajes) sin comprender el contexto y la cosmovisión de cada una. Esto lo podemos observar cuando la primera tribu amazónica que vemos en pantalla —y que se nos es presentada como guerrera, violenta y "primitiva"— le teme y considera "salvajes" a las otras dos tribus que comparten territorio. Sin embargo, donde vemos con total claridad esta crítica es en el documental encontrado.
Con un detalle tan simple como mostrar a uno de los documentalistas orinando en el río, el filme nos está mostrando cómo los miembros de una cultura "más avanzada" pueden actuar de forma salvaje cuando se encuentran con una cultura a la que consideran "inferior". Y por si con esa imagen no te quedó claro, el resto de la grabación incluirá el asesinato de animales y seres humanos de la región, ataques injustificados contra nativos, destrucción del hogar de una tribu y la violación de una indígena. De esta forma, Holocausto Caníbal hace uso de imágenes grotescas y que se quedarán grabadas en nuestra memoria para transmitirnos un mensaje ético que cala más al colocar al espectador en la posición de algunos personajes y que se resume a la frase final de la cinta: "I wonder who the real cannibals are".
Es así como llegamos a la tercera cinta que analizaremos, siendo la más reciente (2010) y también la que peor cuerpo me ha dejado tras verla, pero también la película que, tras verla, me hizo pensar en que merecía un análisis. Con todos ustedes, es un (dis)gusto presentarles A Serbian Film.
Dicho así, podría parecer que no fue un filme que me gustara, pero nada más cerca de la realidad. Si bien es una cinta que no se disfruta al verla (a menos que tengas serios problemas), sí que es una obra que consigue de sobra hacerte sentir lo que quiere y transmitirte una sensación de desasosiego que, para mí, sólo es comparable con una tragedia griega —originalmente, pensé hacer una entrada sólo sobre A Serbian Film y se titularía "Una tragedia griega contemporánea"—. Y, de nueva cuenta, este efecto se produce en el espectador no sólo por las escenas desagradables mostradas, sino por el contexto de éstas y, adivinaste, la perspectiva.
Al igual que Holocausto Caníbal, A Serbian Film hace uso del flashback para presentarnos información que cambiará la manera en la que nos sentimos y también nos muestra en pantalla la grabación que un personaje de la cinta está viendo, llevándonos a ambos a mirarlo al mismo tiempo y sorprendernos (y afectarnos) por igual. Sin embargo, entre la cinta de Deodato y la de Spasojević hay algunas diferencias.
En el caso de la película que ahora nos concierne, la trama comienza desarrollándose de forma normal hasta cierto punto en el que nuestro protagonista pierde la conciencia y la película hace un corte, llevando a la historia a un punto futuro. En este momento, nuestro personaje principal no recuerda nada de lo ocurrido y verá a través de una videocámara qué es lo que sucedió durante el espacio en blanco que tanto él como nosotros tenemos.
Para aquellos que no hayan visto la cinta, permítanme explicar lo que sucede: nuestro protagonista es un actor porno retirado llamado Miloš, quien vive con su esposa y su hijo. Viéndose en problemas económicos, accede a participar en la filmación de una película para adultos, cuyo director tiene ideas bastante extrañas. Tras un par de días trabajando en ello, Miloš busca salirse del proyecto, sólo para descubrir que el director ha "empujado los límites de la pornografía" al incluir a un bebé recién nacido en una escena. El personaje principal intenta huir, pero es drogado durante el camino y queda inconsciente. Tras esto, lo vemos despertar en un bosque junto a una cámara de vídeo, a través de la cual verá qué ocurrió entre el momento en que lo drogaron y el punto en que acaba de despertar.
Hasta este punto, nosotros hemos visto alguna escena un poco fuerte (que incluye violencia durante el sexo, pero nada que horrorice a un espectador promedio) y posiblemente la escena que más controversia despertó: la violación a un bebé que acaba de salir del vientre de la madre. Y esta escena es infame, sí, difícil de ver y oír (el diseño sonoro es espectacular; aun cuando no ves la violación, el sonido te hace saber que está ocurriendo algo muy grotesco), pero la propia cinta la trata como tal, dado que nuestro protagonista se ve asqueado por lo que está ocurriendo en pantalla y es lo que lo lleva a retirarse de la filmación. No obstante, lo que Miloš presenciará a través de la videocámara es aún peor dentro del contexto de la historia. Y nosotros le haremos compañía durante la travesía del horror.
Si no sabes qué presenciará nuestro personaje principal a través de la pantalla de la cámara, permíteme explicártelo (pido disculpas si se me pasa algo, vi la película hace un año ya): una vez que se le pasa el efecto del sedante, a Miloš le obligan a tomar una droga que lo vuelve un ser excesivamente sexual incapaz de razonar, momento en el que, conducido por el director del proyecto, violará a una mujer, golpeándola y, finalmente, decapitándola. Tras ello, otro actor sodomizará al protagonista. A continuación Miloš verá la tortura y el homicidio de una amiga suya que lo defendía. La historia avanza un poco más hasta llegar a el momento que a mí me dejó frío y con ganas de morirme: tras volver a ser drogado, Miloš llega a un lugar en el que hay un hombre enmascarado y dos cuerpos cubiertos con una sábana, en posición de "cuatro patas" y dejando ver sólo el trasero de ambos. El enmascarado empieza a violar a uno de los cuerpos y Miloš hace lo propio con el otro. En cierto punto, se descubre que el sujeto enmascarado es el hermano del protagonista, que el cuerpo al que está violando éste es el de la esposa de Miloš y que el cuerpo restante, al que nuestro personaje principal está violando, es el de su hijo. Miloš enloquece, asesina a su hermano y al equipo que estaba filmando la cinta, incluyendo al director (y una escena en donde, tras dispararle a un sujeto en un ojo, introduce su pene por el agujero que queda). Aquí termina la grabación que Miloš ve.
Toda esta secuencia es realmente dura de ver porque los actos mostrados son deleznables, turbios, lo más bajo que puede caer un hombre... y justo por eso la película funciona tan bien. Mientras que en las dos películas analizadas antes los seres que cometen actos atroces son conscientes de lo que hacen (por lo que no podemos empatizar con ellos porque son unos hijos de puta), Miloš no recuerda haber hecho nada porque todo sucedió en un estado de inconsciencia. Cuando él ve escenas terribles en la pantalla, no sólo es un espectador, sino que es él el causante de las mismas. Y por si no bastaba con descubrir que violaste y asesinaste a una persona, que te violaron y que asesinaron a tu amiga, también descubres que lastimaste a las personas a las que más querías: tu familia.
Miloš no es una mala persona. Durante el principio de la película se ve como un actor porno famoso por su buen trabajo, pero también como un hombre que ama a su esposa y a su hijo, que no les hace daño. Sabemos que tiene un código moral que le impide realizar ciertos actos y que lo orilla a salirse del proyecto tras ver algunas cosas. Es por esto que empatizamos con él, porque lo que a él le parece horrible a nosotros también, porque vamos descubriendo las cosas al mismo tiempo que él lo hace (¡Gracias, perspectiva en primera persona!). Ciertamente es el personaje que más atrocidades comete durante la cinta, pero no deja de ser una víctima mientras las hace.
¿Recuerdan que dije que A Serbian Film sigue el esquema de una tragedia griega? Es fácilmente comparable con Edipo. En ambos casos tenemos un personaje principal condenado a cometer actos atroces sin su conocimiento y cuyo descubrimiento conlleva a un desenlace fatídico. En el texto de Sófocles, Yocasta se ahorca y Edipo se exilia tras sacarse los ojos. En la cinta de Spasojević, Miloš entiende que no puede llevar una relación con su familia tras lo acontecido, por lo que terminan acostándose abrazados los tres, traumatizados, en una cama, momento en el que Miloš disparará, muriendo la familia entera.
Con esto termina este breve análisis de la perspectiva (y algo más) en estas tres cintas. Hemos podido ver cómo algo tan sencillo como colocar al espectador en la posición de un personaje es capaz de transmitir un mensaje, así como de aumentar o disminuir la emoción que tendremos respecto a la trama (sobre todo en el caso de la sorpresa o el desagrado). Además, espero que alguien que originalmente no haya visto en estas películas más que un cúmulo de escenas shockeantes y desagradables se de cuenta de que en sus historias se esconde más de lo que en un primer vistazo se puede apreciar.